En los años
1970s, empezaron a ponerse de moda los productos de artesanía
y tradicionales.
Los hijos aprovecharon
esta moda y así es como empezó la "success
story" del pan Poilâne.
Como pasa a menudo,
incluso en las mejores familias, los dos hermanos se separaron
y Lionel siguió con la panadería del padre, mientrás
Max desarollaba otro grupo cuya sed se halla 87, calle Brancion.
Ambos siguen fabricando
pan tradicional.