Entre todas las construcciones
de Roux-Spitz, el edificio que se halla en la calle de la ciudad
universitaria destaca por varias razones.
Los pequeños
balcones, cuya
forma corresponde a la mitad de un hexágono, dan un ritmo
peculiar a esta fachada invadida por las amplias ventanas de los
talleres de artistas del edificio.
En la planta baja,
cuatro ojos de buey atan el edificio al suelo, cuyo pendiente
resulta borado por una discreta cinta negra.
Y como si fuera poco,
todavía alberga la tienda y los talleres de un
prestigioso diseñador de lámparas.
Con razón este
edificio forma parte del inventario de los Monumentos Históricos
en la rúbrica siglo XX.