Calle de Menilmontant,
una gran pared
ciega lloraba,
inconsolable:
"soy
fea y nadie
me hace caso".
El mago Mesnager
llegó con sus pinceles.
Le regaló la copla
de una cantinela.
Instaló cuatro tipos
bailando formando
un círculo.
Y la pared recobró
alegría y un nuevo
corazón.