A partir de 1785, transformaron
una parte de las canteras para alojar el osario del antiguo Cementerio
de los Inocentes que ya contaba casi mil años de existencia.
Luego también usaron
este sitio para vaciar otros cementerios y eso explica porque ves algunas
placas que mencionan el cementerio original.
Al final, aquí encuentras
las osamentas de unos seis millones de parisinos, ordenadas a lo largo
de las galerías y constituyendo una muralla cuyo espesor alcanza
30 metros.
Menos mal que el recorrido
es evidente porque con todas las vueltas que da, uno se perdería
sin problemas.