en el metro

Una Noche en el Metro

El recorrido resulta de un compromiso entre la RATP y la Asociación.

Pasa por las líneas normales de metro pero también coge vías especiales que permiten de cambiar de línea y no sirven en modo normal.

Esta noche pasamos sucesivamente por trozos de las líneas 7, 10, 9, 5 y 1, y eso sin cambiar de tren.

 
Lo más divertido ocurre al principio del viaje, cuando uno contempla la cara de la gente esperando el último metro en el anden opuesto. De repente ven un tren de ultratumba, relleno de personas que no tienen pinta de fantasmas, que ni siquiera se para en la estación. La mayoría vive unos segundos de incredulidad y luego comparte la alegría de los viajeros de la noche.
 

Entre las curiosidades de esta visita, destaca la parada en una estación cuyo anden central no tiene salidas porque nunca fue abierta al público.

Uno podría pensar que se trata de uno de estos proyectos olvidados en los armarios de los tecnócratos pero la verdad es que existen varias estaciones cerradas al público.

 

Algunas fueron abandonadas cuando cambiaron el trazado de las líneas. Otras no tenían bastante usuarios...

Una de estas estaciones sirve para albergar a los sin domicilios fijos en invierno, otra sirve para rodar películas de cine, otra fue transformada en espacio de recepción...

En este mundo subterráneo también existe un espacio de formación de los conductores de metro, con salas de clase y... tuneles de entrenamiento.

Allí es donde hicimos otra parada interesante. No sólo por el champagne que regalaron a los viajeros sino también porque pudimos meternos en uno de estos tuneles que solemos contemplar desde los andenes.

 
 

El viaje de noche temina cuando sale el primer metro del día, en una de las estaciones fantasmas de la Porte Maillot.

El momento se acaba compartiendo cafes y croissants y a las 5 y media de la madrugada, cuando ya funciona el metro de nuevo, puedes volver a casa.

Confieso que después de tantas horas en el metro, preferí coger un taxi.