El otro día
callejeaba con un amigo y quise averiguar el tema. Le llevé
hacia la entrada de este sitio, en la esquina de una calle típica
del barrio de Montmartre
y dejamos riendas sueltas a la suerte.
Por cierto llegamos
demasiado temprano (sobre las diez y media) y faltó poco
para que tuvieramos la sensación de molestar, pero la dueña
fue magnánima y nos otorgó una mesa.
¡Nada de jazz
o de blues en este sitio!
Pero cuando la gente
empezó a llegar, sobre las once, entendimos de que iban
las cosas.