La otra cara del edificio
frontera es todo un acierto.
No sólo da acceso
a una pasarela que pasa por
encima de la calle Montgallet y lleva a la peatonal calle Jacques
Hillairet sino que también soluciona el tema complicado
de inventar un espacio
en la esquina de un cruce de tres calles.
Al llegar al otro lado,
uno disfruta primero de un paseo relativamente amplio rumbo a
un espacio triangular ritmado por un gnomón.
Luego viene la
hora de elegir la manera de explorar el gran césped
de Reuilly.