El empleo de una estructura
metálica permitió la construcción de dos
niveles de grandes ventanales, con viviendas a partir de la segunda
planta.
En cuanto a la vidriera,
se nota por los perfiles que la sostienen que es posterior. Está
a casi doce metros del suelo y por eso se dice que el Pasaje del
Gran Ciervo es el más alto de París.
Como las demás
callecitas parisinas, el sitio fue poco a poco abandonado a partir
del principio del siglo XX.
Lo renovaron en los
años 1990 y entonces es cuando empezó la segunda
vida del pasaje.