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El Barrio de la Mouzaia

Todas las callecitas comparten el encanto de estos lugares a salvo del tráfico automóvil y tienen casi la misma orientación Norte Sur.

Algunas destacan por su impresionante vegetación.

Otras, más inclinadas, dejan ver sus casitas dispuestas como escalones.

Villa Paul Verlaine o Villa Amalia... los nombres de las callecitas cuentan historias extras, al lado de un cruce muy republicano.

 

Cuando no se esconden detrás de alguna pared, las casas dejan ver un pequeño jardín muy cuidado luciendo una colorida selección de flores.

 

En otras, algún árbol invade el espacio del jardín, la yedra proporciona algo de privacidad y la gliciana estira sus lianas para vestir las rejas de flores.

De paso, se nota que algunas casas cambiaron de dueño y que el nuevo parroquiano intenta apoderarse del lugar.

Pero cuentan que no es tan sencillo porque las casas tienen alma y si las molestas te dan mala sorpresa con las galerías que minan el subsuelo...

 

De paso, entre las casitas más pequeñas de este antiguo barrio popular, me dejé conmover por este modesto patio, con sus tres flores, su colección de trofeos colgando de la pared y su pequeño banco, dispuesto para tomar el sol de la mañana.

Cuenta sin palabras cierta idea de la felicidad.

Me sentí muy lejos del universo parisino tan consumista.

Pero no quise molestar y seguí caminando.