Ese día tuve
suerte.
La puerta
del vestíbulo estaba abierta y como ya había una
guía con un grupo de visitantes, aproveché la ocasión
para descubrir el interior.
Me asombraron las proporciones
del edificio, relativamente pequeño, pero con una cúpula
bastante alta.
Me impresionaron las
pinturas en las paredes y la iluminación
muy especial de este lugar.
Miré rapidamente
la colección de iconos antes de sentarme un rato para disfrutar
del ambiente particular de esta iglesia.
París nunca
dejará de asombrarme...