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Museo de la Vida Romántica

Transformaron el invernadero en cafeteria, y ésta funciona durante el verano.

Aquí tienen una colección impresionante de tés, pero también ensaladas sencillas y pasteles ingleses, ideales para un desayuno.

Por cierto, los precios no son precisamente los de un bar de barrio, pero tampoco resultan carísimos.

 

Yo no pude resistirme al pastel manzana-ruibarbo. Y con el café y la soda, me cobraron unos 7 euros.

Pero saborearlos en este tranquilo jardín no tiene precio.

 

Lo más impresionante es que, a pesar del encanto de este Sitio, casi no hay nadie.

En apenas media hora ocurrió lo que más deseaba: tener el jardín para mi sola.

Ahora toca compartirlo contigo...