Como la mayoría
de los paseos de esta época, el pasaje es relativamente
estrecho (solo tiene 3,75 metros de ancho) y su elegante vidriera
en forma de espina de pescado le proporciona una iluminación
cenital muy agradable.
Concibido por el arquitecto
Jacques Deschamps, este paseo tiene una peculiaridad espacial:
para desembocar perpendicularmente a la Calle Faubourg-Montmartre,
se acaba por una curva que constituye una especia de vestíbulo.
Conservó su
decoración del siglo XIX y desde la reapertura del Hotel
Drouot, se transformó en zona de paseo para coleccionistas.