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El Museo de la Magia

El Museo de la Magia se halla en la tranquila calle Saint-Paul, en un edificio que forma parte de la manzana conocida como el Village Saint-Paul.

Si la fachada no parece muy grande, todo se aclara al acercarse.

 

La superficie de la tienda se divide en dos partes.

A mano izquierda, varios objetos asombrosos pican la curiosidad y a mano derecha una escalera permite acceder al museo. Sólo falta atreverse, comprar una entrada y empezar la visita.

El museo ocupa una serie de bodegas abovedadas, de piedras aparentes, cuidadosamente acondicionadas y que desprenden un ambiente ideal para quien quiere sumergirse en el universo de la magia.

 

Al empezar la visita, lo primero que noté fue un cuadro bastante clásico pero dotado de un mecanismo que acciona dos brazos laterales a modo de saludo.

Luego noté otro cuadro cuyo marco se mueve como si fuera roto y accionado por el personaje central. Confieso que me dejé atrapar y pensé que lo había roto al pasar.

 

Luego pasé un ratito en frente de la doña instalada en su cajita, maquina de feria que te cuenta en porvenir por cuatro duros. Confieso que no probé el mecanismo pero es que topar con máquinas donde te atendían personas no me gusta mucho.

La continuación de la visita consiste en recorrer el pasillo que bordea el mini teatro en donde uno de los magos propone un espectáculo de 15 minutos, probando de paso algunos mecanismos instalados en los nichos del sótano, antes de llegar a las salas de exposición.